El escritor y director James Gunn (Guardianes de la Galaxia) enfrentaba una tarea compleja ya que debía reiniciar una vez más el universo cinematográfico de DC, algo que, para los fanáticos del género, ya se ha vuelto casi una costumbre. Esta vez, el reto era mayor, ya que debía revitalizar a uno de los íconos más antiguos y emblemáticos de la cultura pop, Superman. Han pasado muchos años desde que el Hombre de Acero apareció por primera vez en los cómics a fines de los años 30s del siglo pasado, y el mundo ha cambiado radicalmente desde entonces. Por eso, actualizar al kryptoniano para una audiencia contemporánea acostumbrada a historias cargadas de humor, acción y espectáculo era una necesidad. Y en ese sentido, Gunn cumple con creces.
La película arranca con agilidad, entregando un breve repaso a los orígenes ya conocidos del héroe, para luego sumergirnos rápidamente en la acción y en la presentación de nuevos y viejos personajes, tanto héroes como villanos. Desde el inicio se percibe un homenaje al tono clásico de los cómics de Superman, con una estética y ritmo que evocan ese espíritu. El gran antagonista de esta entrega es nuevamente Lex Luthor, interpretado por Nicholas Hoult, quien en esta versión se siente más amenazante y cerebral, consolidándose como un rival digno de un Superman actualizado. Aunque la trama no busca ser compleja, sí ofrece una experiencia entretenida, pensada para dejarse llevar, comer palomitas y disfrutar del espectáculo.

Toda película de Superman, por más efectos o guión que tenga, gira inevitablemente en torno al actor que encarna al icónico superhéroe. En lo personal, la interpretación del fallecido Christopher Reeve sigue siendo la versión definitiva del Hombre de Acero en la pantalla grande donde presenciamos una interpretación carismática, noble y entrañable. En esta nueva entrega, el elegido fue David Corenswet, quien ofrece una actuación correcta y funcional para el reinicio que James Gunn busca establecer. Aunque no alcanza aún una interpretación memorable, cumple con lo necesario para tener esperanza de este renovado universo DC. La cinta, como es habitual en el estilo de Gunn, combina acción enérgica con toques de humor bien medidos. Estos elementos, sumados a efectos especiales de gran nivel, elementos claves en cualquier producción de superhéroes, logran sostener el espectáculo y ofrecer momentos visuales que no defraudarán a los fanáticos del género.

Sin embargo, así como Superman tiene su debilidad en la kryptonita, esta película también tiene su debilidad y es que tropieza en su tercer acto. El desenlace cae en lugares comunes del cine de superhéroes, con un clímax predecible y con sabor a déjà vu, algo que se ha vuelto recurrente en las últimas décadas en las películas de superhéroes. Aun así, la narrativa se ve fortalecida por personajes carismáticos y un ritmo que mantiene el interés sin sentirse pesado ni monótono.
En conclusión, esta nueva versión de Superman no busca reinventar la fórmula, pero sí refrescarla con un enfoque más ligero y accesible. Y aunque no todo brilla como el símbolo en el pecho del héroe, hay razones para creer que este es un primer paso sólido hacia una nueva era del universo DC. Gunn logra inyectar nueva vida al personaje, entregando una versión moderna del Hombre de Acero sin traicionar su esencia, lo que podría marcar un prometedor comienzo para esta nueva etapa del universo DC en el cine.