Algo nos ha demostrado la industria de los videojuegos en los últimos años y cada vez nos queda más que claro: los juegos clásicos no piensan morir. Mi primera impresión al ver las imágenes y videos de Tunic me llamó la atención su sencillez y honesta presentación, en donde vemos gráficos básicos, pero con un encanto que nos lleva a intentar sumergirnos en esta aventura.
Gráficos clásicos y buena atmósfera.
Algo que nos llama la atención al desde el comienzo del juego es lo sencillo de los gráficos en esta aventura en donde todo pareciese simétrico y nos entrega esa sensación de que el mundo de Tunic está hecho de papel (o cartulina), acá el juego es honesto y no pretende que nos encandilemos con grandes gráficos o efectos, pero que en algunos momentos nos sorprenden, como el uso de la luz y sombras para resolver ciertos acertijos. Tunic se ve y se siente como un juego bonito de principio a fin. Lo otro que nos encantó del juego es la atmósfera que lo acompaña, en donde la música y sonidos permiten sentir un mundo extraño que necesita ser explorado, eso sí a veces cae mucho en lo letárgico por lo que, si lo juegas en períodos previo a una siesta o dormir, mejor evitarlo un poco. Pero ese factor relajante de su atmósfera hace que sea una experiencia en que el jugador logre sumergirse en el mundo que nos presenta.
Un gameplay sólido pero mejorable
Ahora ¿cómo se juega Tunic?, la verdad que en un comienzo y tal como lo vienen haciendo este tipo de juego contamos con un limitado número de movimientos e ítems, pero a medida que avanzamos nos daremos cuenta de que necesitamos aprender más habilidades, estas las iremos consiguiendo luego de superar algunas mazmorras o encontrar los preciados cofres ubicados en el mapa general. Acá el juego casi no innova en su propuesta, y en algunos momentos sentimos ese “deja vu” de haber jugado en el pasado de este tipo de aventuras, pero no llega a ser negativo o repetitivo ya que el juego se mantiene fiel a su estilo. Quizás esta sensación de que es un juego ya jugado muchas veces desilusione a los más expertos, pero el encanto del juego supera dicha reacción negativa. El juego cuenta con un mapa de un tamaño aceptable, en el cual cada habilidad nos permite abrir nuevas zonas y poder explorar lo que nos presenta el mundo. Eso sí, lo que me llamó la atención es el nivel de dificultad del juego, que no te engañen tus ojos, ya que estamos en presencia de un juego difícil y con puzzles complejos (incluso en su dificultad normal) por lo que será frecuente ver a nuestro personaje morir muchas veces, por lo que necesitaremos aprender los movimientos y patrones de nuestro rival y quizás usar la suerte a nuestro favor para poder vencerlos.
En conclusión, estamos en presencia de un buen juego de acción-aventura, en donde disfrutaremos resolviendo acertijos, aprendiendo patrones de los enemigos o usando la creatividad para resolver problemas, que si bien viene a homenajear al género y no presentar mecánicas revolucionaras consigue tener su propio estilo. No podemos terminar esta reseña sin comentar el parecido de Tunic con los juegos de Zelda, pero no nos enfocamos tanto en ese detalle ya que el juego desde un comienzo es evidente que toma mucha inspiración en esa saga, es más quizás con un simple “mod” en plataformas como PCs, estaríamos en presencia de un juego de Zelda lejos de la plataforma de Nintendo.
Tunic se encuentra disponible para Windows, macOS, y Xbox Series X/S. También en Xbox Game Pass.