Cuando me enteré que Suzanne Collins había decidido escribir una nueva novela relacionada con Los Juegos del Hambre, me emocioné a más no poder. Mi serie favorita de libros, tendría una nueva entrega y nada más y nada menos que una precuela sesenta años antes de los septuagésimo cuartos juegos del hambre, esperaba con ansias tenerlo en mis manos y deleitarme con él, sin embargo, no fue como esperaba.
La historia se centra en un adolescente Coriolanus Snow, (sí el mismo odiado presidente), está a semanas de graduarse de secundaria, sus padres murieron en los días oscuros, solo vive con su Abuelatriz y su querida prima Tigris (siempre la amé), no tienen dinero y su única opción en la vida es obtener una beca para ingresar a la universidad o ser exiliados del capitolio.
Tal como pudimos apreciar en las entregas anteriores, cada año se conmemoran los Juegos del Hambre con el fin de recordarle a los rebeldes quienes son los que controlan Panem, enviando dos tributos al azar (niño y niña), de cada distrito a enfrentarse a muerte dentro de una arena, y en éste por ser su décimo aniversario, tendrá una gran novedad, la cuál será que cada alumno a prontas de graduarse será mentor de un tributo con la misión de guiarlo a ser el vencedor. El esperado premio para el mentor cuyo tributo logre ganar los juegos corresponde una beca universitaria, además de status y reconocimiento dentro del Capitolio. Por Consiguiente ¿Qué podría resultar mal? Coriolanus solo debía conseguir patrocinadores y ayudar a su tributo a ganar los juegos, que por cierto y como era de esperar termina siendo una hermosa y encantadora joven del Distrito 12, Lucy Gray Baird.
A mi parecer la historia central del libro daba para mucho más de lo que se nos entregó, me intrigaba saber que llevo a Coriolanus tener tanto odio hacia los distritos y por qué se convirtió en un ser tan despiadado, sin embargo, Suzanne no ahondó lo suficiente en su personalidad y en su transición en convertirse al villano que todos conocíamos. De hecho, me parecía más interesante y de mucha más relevancia la evolución y protagonismo que fue ganando Sejanus Plinth, el mentor del tributo del distrito n°2, ya que sus decisiones precipitadas, sus cuestionamientos y su admirable lealtad y respeto hacia Snow me llevaban a no querer parar de leer. Por parte de Lucy, puedo decir que fue quien mejor se desarrolló dentro de la trama, podemos percibir su madurez, sus miedos, sus inseguridades y además nos hace cómplices de sus decisiones, manteniendo sus ideales hasta el desenlace de la historia.
En resumen, se podría decir que el libro me gustó, hubo capítulos que me entretuvieron bastante, pero no me fascinó como sus predecesores, ya que, a pesar de tener una buena introducción y un desarrollo inicial buenísimo e intrigante, éste decae al ir avanzando hacia los capítulos finales, tornándose en una lectura monótona y lenta, restándole importancia a sucesos que afectaron de forma significativa en la trama, en la personalidad y en la toma de decisión de los personajes, y a raíz de esto, la historia toma un rumbo distinto, inesperado y casi absurdo al que podíamos presagiar. En cuanto al desenlace, a mi parecer fue demasiado abrupto, cuando uno comenzaba a creer que la historia retomaba el curse inicial, ocurre otro giro inesperado y sin darte cuenta llegas a su fin, el cuál te deja un sinfín de interrogantes y en mi caso un sentimiento de decepción por haber esperado tanto tiempo. Sin nada más que agregar, a este libro le doy 3 cafés.