Ya se encuentra disponible la última parte de la tetralogía de películas de Evangelion, donde se pone punto final a esta serie de películas que intentan “reconstruir” como su título lo dice el universo de la serie, si bien estas cintas cuentan con una serie de películas estas son “auto suficientes” y “auto conclusivas” por lo cual no es necesario presenciar las obras que se comenzaron a contar de mediados de los noventa. Siendo un gran fan de dicha serie esperaba con ansias el nuevo lanzamiento, sin embargo no consiguió mantener mi interés en la nueva trama hasta la película que da título a esta reseña.
Neon Genesis Evangelion es ya un clásico dentro del anime, la serie consiguió enganchar al público que se sintió identificado con sus personajes que dentro de la mirada introspectiva pasaban por unas series de inquietudes de la adolescencia, como lo son el duro camino de ser adulto, las responsabilidades de la vida y el reconocimiento por parte de los demás. Si bien es conocido en el mundo geek que la trama fue complicada de entender, más cuando la historia avanza a su conclusión podemos concluir que a esa altura ya ni sabemos que presenciamos antes nuestros ojos (las películas “Death and Rebirth” y “The End of Evangelion”).
Esta columna es una interpretación personal de como esta nueva “reconstrucción” fue reflejada en los aspectos humanos y sociales de los personajes, dejando un poco de lado los relacionados a la acción y la trama que se nos presenta.
Metáfora de la depresión.
La RAE define metáfora como la “aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación (con otro objeto o concepto) y facilitar su comprensión” aplicando dicho concepto como podríamos identificar un proceso de depresión o simplemente tratar de relatarlo resulta muy difícil más en el enorme mar que consiste esta experiencia en cada persona. Evangelion creo que es pionera en este sentido, si bien no soy un fan acérrimo del anime, y solo he disfrutado de las obras más conocidas hasta el momento, me sorprende como la serie reflejó desde su inicio en sus personajes el dolor de la pérdida, la fuerza de voluntad del “deber”, la fidelidad y el deseo de supervivencia. Si bien dichos conceptos son muy difíciles de abordar, más en este tipo de artículos, son necesarios señalarlos para poder entender por qué Evangelion golpeó a muchas personas en su tiempo (y hasta el día de hoy) y por qué esta película trata de algún modo tener una visión distinta a lo que originalmente se planteó.
Elementos de la metáfora.
Creo que la serie plantea una serie de diversos temas y no podría abarcarlos todos, pero me enfocaré a ciertos elementos que ayudan a comprender por qué esta visión de “reconstrucción “era necesaria o no. El personaje principal Shinji durante toda la historia tiene que luchar contra sus miedos y dolores, especial el trauma del abandono y la pérdida de su madre a temprana edad. Todos estos problemas quedan reflejados principalmente se en su relación con su padre, el cual Shinji lo percibe como una persona que simboliza el respecto por el “deber ser” y el compromiso de convertirse de un adulto ideal y responsable para la sociedad. A menudo durante la serie se muestra el sistema de audio que escucha Shinji para poder conllevar el tiempo y sus penas. Dichos momentos representan muy bien la necesidad que pasamos por poder descifrar e identificar de algún modo los rincones del alma en los cuales nos sentimos acogidos y seguros. El hecho de no hacer nada más que escuchar música nos permite dejar pasar el tiempo en el afán de que de algún modo cure el agobio de las cosas que no hay solución o tratar de minorizar las expectativas del futuro. En esto la primera parte de Evangelion retrató al personaje de manera frágil en los cuales solo los momentos de estrés le permitía encontrar esa fuerza para poder salir adelante. Si bien no pretendo hacer spoilers de la película, que, desde ya queda recomendada, esta segunda parte muestra más lo importante de valorar lo que hacemos en el “día a día”. Para esto se presenta el nuevo personaje de la serie Mari Illustrious Makinami que con simples palabras permite a Shinji ver otra realidad, en la cual el camino a ser adulto se ve menos tortuoso, las acciones de Mari lo ayudan a darse cuenta de que no solo debe cargar con la responsabilidad del mundo, sino también de sus propios problemas.
Visión más positivas de las cosas
Si bien la depresión debe ser tratada siempre por especialistas, muchas veces no podemos sentir o imaginarnos completamente que ocurre en una persona que la sufre, por lo cual nos queda solo empatizar con ella, y quizás compararla a nuestra propia experiencia personal. Sin embargo, es común oír esa sensación de no poder tener la solución a los problemas, y lo más importante, no contar con la voluntad para afrontarlos. La serie anteriormente se presentó como una cadena de sucesos que inevitablemente ocurrirían, por más que los personajes tratarán de evitarlos. Es quizás acá donde podemos ver como metáfora la muerte como el fin de la vida y la pérdida inevitable de los seres queridos, sucesos que todo ser humano deberá afrontar durante su vida, pero que ninguno logra concebir de qué manera lo afrontará. En esta película se ve no solo como respuesta a tan lúgubre final el espanto y el estrés por la supervivencia como los elementos primordiales como fue visto en la anterior saga, ahora se pone en el foco en el camino a encontrar en elementos esenciales y básicos el camino de la existencia. No por eso se plantea a una Rei Ayanami más humana, en la cual disfruta de sucesos tan cotidianos como trabajar, hablar con amigas, el deseo de ser madre o simplemente hacer un cambio en su look. También vemos una Asuka Langley que, si bien sigue teniendo la personalidad de la anterior serie, la vemos más abierta a plantearse dudas respecto a sus debilidades y por qué no, afrontar la posible vida en pareja dejando de lado su espíritu autosuficiente.
Frases como “dejemos a los Evas fuera de la historia” o “por qué todo tiene que ser acción” no señalan que esta historia no siempre fue de combates por la supervivencia, y que entender el dolor de los personajes y como estos se desenvuelven consigue que esta película consiga ser una mirada más positiva. No es extraño, para esto ver que el final se muestre las calles de una ciudad japonesa en la vida real, quizás todos los habitantes del planeta cuentan con sus propios “ángeles” y “evas” interiores que de algún modo combaten en el deseo de superar las dificultades de la vida en sociedad.