Qué nos dejó: Oppenheimer, destructor de mundos.

Oppenheimer la nueva cinta del Christopher Nolan no va a dejar indiferente a nadie, una historia que a simple vista se siente de ciencia ficción, sin embargo, toca temas reales de un mundo que nos tocó vivir. El largometraje trata acerca de la vida del genio físico J. Robert Oppenheimer y cómo sus estudios en el campo de la física teórica ayudó a desarrollar la tecnología capaz de crear una de las armas más destructiva que la humanidad ha llegado a conocer, todo para que Estados Unidos pudiera tomar la delantera en una época de en la cual se vivía una de las guerras más crudas que ha llegado a conocer la humanidad en la década de los cuarenta.

Dentro de los aspectos positivos que encontramos en este nuevo trabajo de Nolan, es rescatar que no sólo se enfoca en el trasfondo que hay detrás del avance científico y técnico de la creación de esta arma de destrucción masiva, también logra recalcar quizás el punto más importante detrás de todo este proceso; que es el factor humano. Acá este factor se ve reflejado en la vida de los científicos y sus relaciones personales, todo cae envuelto en una serie de luchas ideológicas y con base preminente del ego de sus personajes, la razón del actuar de cada individuo en la cinta choca con el peso morar de sus decisiones, muchas veces camuflado en sentimientos personales indescifrables, pero que traen consecuencias negativas tanto a sus vidas como a la de los demás.

Otro aspecto por destacar es que esta cinta nos plantea como las ideologías son uno de los principales motores para desarrollo intelectual y tecnológico ya que permiten a sus seguidores generar la voluntad para poder cumplir sus objetivos sin tener que cuestionar su actuar, con lo que este basto conocimiento que se consigue permite visualizar y entender cómo funciona el universo y las fuerzas que interactúan en él, lo que permite intentar controlarlo a voluntad propia para todos los fines inimaginables. Con esto se consigue mover el engranaje de la vida de la mayoría de las personas y que en muchos casos ni siquiera nos percatamos de esto. El peso moral de una ideología está en constante cuestionamiento cada vez que vemos la cinta y nos hacen plantear de qué nos sirve el avance tecnológico si está dispuesto a destruir la humanidad.

Nolan nos muestra en este trabajo un pasaje lúgubre de la humanidad que puesto en contexto no parece tal, ya que en el ambiente en que ocurrían los hechos se sentía como el camino hacia la victoria o una utopía de un mundo sin guerras o grandes conflictos. El creador de esta arma nunca fue afectado en su vida por ella o sus cercanos, por lo cual se retrata de manera fría la teoría de su construcción en contraste a lo que eventualmente provocó. Rescato de la película el hecho que no se mostrarán las victimas por esta arma, en este sentido creo que el director no esperaba sensibilizarnos con las consecuencias que provocó, más bien ponernos en la piel de las ideas que fluyen en el camino bélico o avances tecnológicos que están por encima de las personas normales y que comprometen la seguridad de un Estado o una coalición de países. Sentirnos limitados o mejor dicho “pequeños” es la finalidad que hay detrás del hombre que busca en un arma la capacidad de doblegar la voluntad del otro, esa sensación logra pasmar Nolan de comienzo a fin en este trabajo.

“Ahora me he convertido en La Muerte, Destructora de Mundos” cita un verso en la película, que metafóricamente puede plantear que el fin de las cosas no solo parte del hecho de no existir, si no mas bien doblegar las ideas. Oppenheimer es una cinta apasionante que dejará a mas de uno reflexionando en varios ámbitos, una mirada fría y despiadada del camino de la humanidad para el control de las masas.